Dos bibliotecarias complutenses en la Orden de Toledo de Luis Buñuel. María Cristina Gállego Rubio
Texto íntegro publicado en la página web de la Universidad Complutense.
Las hermanas Ernestina y María Luisa González estuvieron poco tiempo adscritas a la Biblioteca de la Universidad Central, hoy Complutense de Madrid, sin embargo, la personalidad de ambas me ha llevado a escribir esta reseña en un día tan significativo como es el del 8 de marzo, en el que se rinde homenaje a la mujer trabajadora.
Los primeros años de sus vidas transcurrieron de forma paralela. Ambas nacieron, aunque con un año de diferencia (Ernestina en 1899 y María Luisa en 1900) en Medina de Pomar (Burgos), cursaron sus primeros estudios en el Instituto General y Técnico de Soria, si bien María Luisa obtendría el título de bachiller en Albacete. Asimismo, ambas cursaron la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, en donde fueron alumnas de Don Miguel de Unamuno, el cual sentiría una predilección especial sobre todo por María Luisa, por su gran inteligencia y brillantez.
María Luisa estudió siempre con becas e incluso tuvo problemas para obtener una en los Colegios Mayores (Sección de Letras) de la Universidad de Salamanca, por el simple hecho de ser mujer. El 14 de agosto de 1917 se dirige en estos términos al rector de la Universidad de Salamanca:
“Luisa González Rodríguez…a VS respetuosamente expone: Que deseando tomar parte en las oposiciones a las becas de Letras y Derecho y teniendo pendiente de resolución en el Ministerio mi expediente en solicitud de que se le dispense la condición de ser varón única que le falta para reunir todas las condiciones reglamentarias (AUSA-AI10.010/1)”
Finalmente, consiguió ser becaria por oposición del Colegio de San Salvador.
La primera en llegar a Madrid fue Ernestina, que se instaló en la Residencia de Señoritas y, poco después, en 1921, María Luisa que se instala en el Instituto Internacional. Ambas instituciones, Residencia e Instituto estaban ubicadas muy cerca la una de la otra y fueron pioneras en fomentar la enseñanza universitaria, de idiomas y de otras materias como la Biblioteconomía, para mujeres en España desde una óptica pública y laica.
En su etapa madrileña las hermanas participaron del ambiente cultural e intelectual que se vivía en la capital y que tenía uno de sus núcleos principales en la Residencia de Estudiantes, en donde había un importante grupo de intelectuales, poetas y artistas de los nuevos movimientos de vanguardia, como el Surrealismo y la Generación del 27, entre los cuales se encontraría Juan Vicéns de la Llave, futuro marido de Mª Luisa González.
Ambas hermanas preparan las oposiciones para ingresar en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Siendo Ernestina la primera en ingresar en el mismo en 1921, obteniendo destino en el archivo de Hacienda de Oviedo (Gaceta de Madrid, 30 de julio de 1921). Curiosamente, en esas mismas oposiciones aprueba su amigo y compañero de la Orden de Toledo JoséMoreno Villa que obtiene destino en la Biblioteca del Real Instituto Jovellanos de Gijón. En 1922 participa en un concurso de traslados y pasa a un nuevo destino, el Archivo y Biblioteca del Ministerio de Hacienda (Gaceta de Madrid, 22 de noviembre de 1922) aquí estará hasta 1927, año en el que pide excedencia en el Cuerpo.
Por su parte, María Luisa ingresa como aspirante oficial de tercer grado del Cuerpo Facultativo, tras oposición, en 1922, igual que Inés González Torreblanca, y Pilar Lamarque (Gaceta de Madrid, 31 de agosto de 1922) que también estuvieron en algún momento en la Biblioteca de la Universidad Central. Realiza su periodo de prácticas de dos meses en la Biblioteca Nacional y en 1923 se la destina a la Biblioteca Provincial de León (Gaceta de Madrid, 17 de febrero de 1923). A finales de 1923 solicita un mes de licencia, que prórroga, pues en 1925 se casa con Juan Vicéns de la Llave en Becedas (Ávila) y se marchan a Mallorca, desde donde mantienen una correspondencia regular con su amigo Federico García Lorca. Parte de esta correspondencia se encuentra en el archivo de la Fundación Federico García Lorca.
Como se ha dicho, en su etapa en Madrid entablaron una gran amistad con los intelectuales que estaban en la Residencia, especialmente con Buñuel, Moreno Villa,Federico García Lorca, Pepín Bello y Dalí. Todos ellos formaron parte de la Orden de Toledo fundada por Buñuel en 1923:
“Me parece que fue en 1921 cuando descubrí Toledo… Desde el primer día quedé prendado, más que de la belleza turística de la ciudad, de su ambiente indefinible. Volví a menudo con mis amigos de la Residencia y, el día de San José de 1923, fundé la Orden, de la que me nombre a mi mismo condestable. Aquella Orden funcionó y siguió admitiendo nuevos miembros hasta 1936. Pepín Bello era el secretario. Entre los fundadores estaban Lorca y su hermano Paquito, Sánchez Ventura, Pedro Garfias, Augusto Casteño, el pintor vasco José Uzelay y una sola mujer, muy exaltada, discípula de Unamuno en Salamanca, la bibliotecaria Ernestina González” (Luis Buñuel, “Mi último suspiro” Madrid: Plaza y Janés, 1985, p. 32)
Además del condestable, el secretario y los fundadores había otras categorías: los caballeros (entre ellos Rafael Alberti, María Teresa León, Salvador Dalí y María Luisa González), los escuderos, invitados de los escuderos (jefe, José Moreno Villa) e invitados de invitados de los escuderos (entre ellos Juan Vicéns)
La Orden tenía unas reglas pero la más importante era visitar con frecuencia Toledo y vagar, sobre todo por las noches, por sus intrincadas callejuelas. Se alojaban en el Hospital de la Sangre y frecuentaban tascas y tabernas, como la Venta de Aires.
Sobre la Orden de Toledo, Miguel Molina, investigador de la Universidad Politécnica de Valencia dice que no fue “simplemente una broma de juventud o una anécdota coincidente y pasajera en sus biografías; sino como muy bien ha quedado constatado por sus protagonistas…ha sido un aspecto que les ha marcado de manera fundamental”.
En opinión de este autor “el grupo une lo arcaico y conservador de su denominación… con lo vanguardista de sus actitudes. Tiene un carácter propio que lo diferencia y conecta a la vez con manifestaciones de otros movimientos de vanguardia europeos, especialmente con el surrealismo”.
En 1928 el matrimonio Vicéns se traslada a París, pues Juan se asoció con el residente librero, Sánchez-Cuesta, y acabó haciéndose cargo de la sucursal que este había fundado en París. Por dificultades económicas, en 1932, regresaron a Madrid, con sus dos hijos, Juan y Manuel.
Ernestina a finales de 1934 pidió el reingreso en el Cuerpo, del que estaba en situación de excedencia y se la destina provisionalmente primero a la biblioteca de la facultad de Filosofía y Letras y luego a la de Ciencias de la Universidad Central (Comunicaciones y oficios, 14 de noviembre de 1934. R.1.821) El 2 de noviembre de 1935 se incorpora a su destino definitivo en la biblioteca de la Escuela Especial de Pintura (ABUCM, Comunicaciones y oficios, 2 de noviembre de 1935. R.3.148)
Por su parte, su hermana María Luisa se incorporó en noviembre de 1935 en comisión de servicios a la Biblioteca de la Universidad Central, siendo destinada, primero a la Biblioteca de la Facultad de Medicina y luego a la de Filosofía y Letras. También en esa fecha, Raquel Lesteiro, por segunda vez, en comisión pasa a prestar sus servicios a la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras (ABUCM, Comunicaciones y oficios, 16 de noviembre de 1935, R.3.163). También, Juan Vicéns, por muy poco tiempo, paso a prestar servicios en la Biblioteca de la Facultad de Derecho (ABUCM Comunicaciones y oficios, 15 de noviembre de 1935, R.3.154). En esa época fueron miembros del Seminario de Biblioteconomía de la Universidad de Madrid.
Al comenzar la guerra civil Vicéns era Secretario de la Comisión Gestora del Cuerpo de Archivos, Bibliotecas y Museos y luego miembro del Consejo Central de Bibliotecas. Desempeñó un papel importante en “Cultura Popular” de la que había sido miembro fundador. Por su cargo recorrió un sinfín de bibliotecas públicas municipales, ya que se había especializado en bibliotecas populares. A María Luisa le sorprendió la guerra de vacaciones en Becedas (Ávila). All finalizar la misma, por Orden de 22 de julio de 1939, se dispuso que las dos hermanas causaran baja definitiva en el Escalafón del Cuerpo Facultativo junto a otros amigos y compañeros como José Moreno Villa y Ramón Iglesias Parga, gran historiador, además de bibliotecario y esposo de Raquel Lesteiro, bibliotecaria también de nuestra Universidad.
Ernestina reingresaría en el Cuerpo en 1966, siendo adscrita con carácter provisional a la Inspección General de Archivos y más tarde, por concurso a las Bibliotecas Populares de Madrid, en agosto de dicho año (BOE 11 de agosto de 1966) jubilándose al poco tiempo.
Por su parte, Mª Luisa al acabar la guerra se exilia primero a Francia. Su hijo Juan cuenta que: “Así que huyó a Francia de madrugada, en un taxi. Unamuno le dio una carta para que la publicara, y ella se la aprendió de memoria. La carta incluía la denuncia de Unamuno contra “el imperio de la barbarie y el asesinato de la cultura”. También cuenta su hijo que: “Se separaron cuando los alemanes llegaron a Francia. Luego estuvieron en el exilio en lugares diferentes, Vicéns en México y María Luisa con sus dos hijos en la URSS (1940):
«No me gustaba México dirá María Luisa, no sé por qué, preferí ir a Moscú. Pensábamos que era para un año y fíjate» (volverá a España después de casi cuarenta años).
Ejerció de maestra en Krasnovídovo, Stalingrado, Bashkiria y fue Jefa de la cátedra de español del Instituto de Relaciones Exteriores y desde 1951 profesora de español en la Universidad de Moscú, en donde crearía la primera Cátedra de Literatura Española y se convertiría en toda una leyenda siendo todavía recordada en la actualidad.
Catorce años después de su separación, en 1954 vuelve a encontrarse con su marido que viaja a Moscú y al poco tiempo salen en misión a la recién nacida China Popular, para colaborar en el montaje y funcionamiento de las emisoras de Radio Pekín para España y América Latina, así como trabajar en editoriales y en la enseñanza del español en instituciones pedagógicas. En 1959, muere Juan Vicéns en Pekín.
María Luisa regresó en 1977 a España y fallece el 2 de noviembre de 1998.