Un encuentro de García Lorca con Víctor A. Belaunde

por Domingo García Belaunde

El título de este breve artículo puede ser sorprendente… quizá sacado de la ciencia ficción. Pero veremos que no es así. Analicemos un poco el asunto.

Hace algunos años en 2002, la hija de un amigo mío Sylvia Koniecki, quien estaba haciendo sus estudios de Literatura en la Universidad Católica de Lima, me comentó un dato curioso. Había revisado el libro de Ian Gibson, el famoso estudioso del gran poeta Federico García Lorca, en donde se daba cuenta de la carta que éste escribía a su padre (marzo de 1930) comentándole que había viajado en tren desde Nueva York a Miami y que ahí pretendía embarcarse hacia Cuba, donde estaba invitado a dar una serie de conferencias y en donde permaneció unos tres meses.(cf. I. Gibson. “Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca”, Edit. Plaza & Janés, Barcelona 1998, pág. 413).

Pues bien, en esa carta dirigida a su padre, le comentaba diversos aspectos de su viaje y entre otros le decía que en Miami había visitado a su amigo Belaunde, importante político y desterrado peruano que ahí vivía. El compilador de las cartas de Lorca anotaba – y Gibson lo glosaba sin comentario alguno – que este Belaunde no era otro que Fernando Belaunde Terry, que años más tarde sería presidente del Perú (en dos periodos, 1963-1968 y 1980-1985).

La pregunta que saltó a la vista y que me llevó a investigar de qué se trataba, era que en 1930 Fernando Belaunde Terry tenía 17 años, y por tanto no era exiliado ni político ni importante. El dato, pues, quedaba sin explicación por la existencia de una hipótesis incorrecta.

Mi posición inicial era que el Belaunde que Lorca mencionaba no era otro que Víctor Andrés Belaunde (1883-1966), exiliado político peruano importante y que desde 1926 vivía en Miami, a donde había ido como profesor fundador de la novísima Universidad de Miami, ubicada en Coral Gables. Belaunde desde el inicio de su destierro (en 1921 y que concluyó a fines de 1930) había estado dando vueltas por diversos centros universitarios de los Estados Unidos y siempre recalaba en la zona conocida como New England, teniendo como referente a la ciudad de Nueva York, donde ejercían la docencia dos importantes hispanistas que dejaron honda huella en los ambientes académicos norteamericanos: Federico de Onís y Angel del Río. Más aun, el introductor de Belaunde en los círculos académicos de ese país, fue Onís, como él mismo lo señala en sus “memorias”. Lorca, por su lado, había llegado a Nueva York a mediados de 1929 y su medio era precisamente el ámbito de la cultura y literatura hispanoamericanas y por cierto la española, en el cual también circulaba Belaunde. Federico de Onís, precisamente fue el auspiciador de Lorca en los Estados Unidos, de donde se puede deducir que el primer encuentro entre Belaunde y Lorca fue promovido por Onís y que se realizó en Nueva York.

Fernando Belaunde Terry nacido en octubre de 1912 era hijo de Rafael Belaunde, hermano de Víctor Andrés, quien había partido al destierro en 1924, afincándose en París. Luego, en 1929 su hermano Víctor Andrés le recomendó en la Universidad de Miami y hacia allá se trasladó. Rafael Belaunde era un abogado con cultura política e histórica, pero no era un intelectual ni tenía los antecedentes literarios que sí tenía Víctor Andrés. Además prácticamente no había salido del Perú y solo había estado en Francia obligado por su destierro. Por lo tanto, no podía ser el contacto de Lorca. Su hijo Fernando tenía 17 años, y su vocación era la política y en el plano profesional la arquitectura.

Si García Lorca iba a visitar a su amigo Belaunde en Miami, era porque se conocían desde antes. Y el único Belaunde intelectual y político que vivía en los Estados Unidos en aquella época era Víctor Andrés, que además era profesor universitario y experto en cultura latinoamericana y española.

Tiempo más tarde, Belaunde retornó al Perú y desempeñó una serie de cargos diplomáticos. En 1936 viajó a Europa para asumir el cargo de representante del Perú ante la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra y lo hizo acompañado de sus dos hijas: Sofía y mi madre Mercedes. Llegaron a Europa a principios de 1936 entrando por Barcelona y se dispusieron a visitar España antes de viajar a Suiza. Sus hijas se quedarían en un internado de monjas en Bruselas, pero antes recorrerían España. En Madrid se encontraron con el historiador Raúl Porras, quien se dispuso a acompañarlos por su recorrido interno, que incluía Santiago de Compostela y lugares aledaños.

Según referencias de mi madre, se encontraron con Lorca, seguramente para almorzar, en la Hostería “Venta de Aires”, el 15 de febrero de 1936, ubicada en las afueras de Toledo. Constancia de ello es una foto que se tomaron en aquella ocasión (1) así como un dibujo que el propio Lorca hizo en el álbum de mi madre y que se conserva hasta ahora. La foto y el dibujo se reproducen en esta oportunidad, siendo importante la foto, pues de Lorca existen pocas fotografías. Y en cuanto al dibujo, siendo también escasos, son de sumo interés para la bibliografía lorquiana, ya que con ellos se han realizado importantes estudios que demuestran cierta correspondencia entre los dibujos y su obra literaria.

Lo anterior confirma que si Belaunde se encuentra con Lorca seis años después en España (en febrero de 1936) era evidentemente porque se habían tratado con cierta familiaridad en los Estados Unidos, si bien es muy probable que la ubicación exacta de Lorca en la España de aquellos días se la haya proporcionado Raúl Porras, quien vivía en aquellos años en Madrid y cuyos intereses literarios era bien conocidos. Porras pues fue el informante y quizá el enlace entre ambos para ese encuentro que lo fue en un lugar frecuentado por Lorca y otros intelectuales de la época. Y todo esto está documentado en la foto que se toman en la hostería y en el dibujo que hizo de puño y letra en el álbum de mi madre y que está firmado por él mismo. La fecha y el lugar de este encuentro están dados por la anotación de mi madre al dorso de la foto y confirmado por dos textos de Belaunde.

Cabe preguntarse porqué Belaunde solo hace mención tangencial de su encuentro con Lorca en 1936, y no dice nada en sus “memorias” sobre sus encuentros en los Estados Unidos. Lo primero que cabe decir es que esa parte de las “memorias que Belaunde dedica a su largo exilio y a su experiencia norteamericana, no la llegó a terminar y por tanto tiene todas las carencias que tienen los escritos póstumos. En segundo lugar, podría agregarse que el estilo general de sus “memorias” es selectivo, sin detenerse en los detalles y más bien dando importancia a ciertos hechos sobre otros. Belaunde ignora o deja de lado aspectos importantes de su vida de exiliado que hubiera sido importante rescatar. Y finalmente, es evidente que la amistad de Belaunde y Lorca fue cordial, pero en cierto sentido circunstancial, pues se movían en esferas de intereses diferentes. Esto es claro constatarlo, pues Belaunde en esa época era un católico converso y Lorca un hombre de ideas radicales como lo demostraría su acercamiento al lado republicano en la Guerra Civil española. Pero no hay que olvidar que ambos, Belaunde y Lorca, eran intelectuales que practicaron siempre la tolerancia y con toda probabilidad buscaron entre sí los temas que los unían. Belaunde lo demostró con creces en su conducta y en su política. El propio Lorca jamás ocultó su amistad con importantes personajes del falangismo.

Un punto queda en la duda. Y es que de acuerdo a los testimonios que he recolectado, el encuentro fue en las afueras de Toledo, pero en el dibujo de García Lorca, éste anota en el lado inferior izquierdo lo siguiente: “Madrid 1936”. ¿A qué se debe esto? Realmente no tengo aun una explicación satisfactoria.

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Lo que se desprende de lo anterior es que hubo varios encuentros entre García Lorca y Belaunde, pero solo tenemos certeza de tres de ellos. Se conocieron y se trataron en Nueva York gracias a Federico de Onís; se vieron nuevamente en Miami en marzo de 1930, y tuvieron un posterior encuentro en febrero de 1936, en tierras españolas, que fue decididamente el último.

Problema aparte es saber cuál era el tema común de esas conversaciones. Es probable que lo haya sido el problema de las relaciones entre la hispanidad y la cultura sajona. Y con toda seguridad algo de política, sobre todo en 1936, vistas las especiales circunstancias por las que pasaba España en aquel momento. Y por cierto algo de literatura del momento. Pero todo esto son meras conjeturas, pues carezco de mayores datos.

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(1) En la foto aparecen, de izquierda a derecha, Raúl Porras, Sofía Belaunde, Federico García Lorca, Mercedes Belaunde y Víctor Andrés Belaunde.

(2) Asesinado cruelmente a pocos meses del encuentro con Belaunde, la foto y el dibujo de aquel momento quedan como un testimonio elocuente y como un detalle simpático que añade calidez a la personalidad de Belaunde y al encanto personal de Lorca 

Lima, mayo de 2010